El poder de la palabra

Hace unos meses decidí regresar al vestido. Sí. El vestido con corazones y las sentencias de yo soy paz, yo soy amor, yo soy poder y yo soy mujer que Carol Solís creó. El vestido. Conocí a Carolina hace muchos años gracias a Christine.  Nos encontramos en un café en el centro de Madrid, y me explicó que conocía cómo se siente una mujer sin poder, paz, amor; y debilitada por el hecho de ser mujer. Una mujer a quien ella amaba profundamente sufrió hasta perder la vida, al igual que acababa de ocurrir a la mujer más importante para mí.

Ambas, Carolina y yo, somos supervivientes al suicidio, en términos clínicos.

El vestido nació a través de Carolina después y lo hizo para salvar vidas de mujeres -de personas- como aquellas dos mujeres a quienes ella y yo amamos, pero que decidieron abandonar sus vidas por no poder más.

El vestido llegó a mí pocos meses después, meses antes de la pandemia. Me lo puse por primera vez en Perú, cuando acompañé a un grupo de mujeres para descubrir la historia femenina pocas veces contada en ese país maravilloso. Me lo puse en Lima, y allí mismo comenzó a atraer miradas y pequeños milagros. Por ejemplo, hizo que alguien me invitara a su casa en Aguas Calientes, antes de subir a Machu Picchu. «Entraste con ese vestido y te reconocí.» Después me regaló una piedra que me ha acompañado años. El vestido me lo puse en varias entrevistas y consiguió ayudarme a culminar -bien- varios de mis retos puntuales. Los pequeños milagros se sucedieron. Durante todo el tiempo me pareció un vestido precioso, pero no sabía qué ocurría al ponérselo; qué operaba en mi: A veces en la calle alguien me perseguía para preguntarme de dónde lo había sacado y cómo poder comprarlo. Me ocurrió en mercados, hospitales y calles de Alemania, Marruecos, Perú o España.

El vestido es en cierto modo una bella medicina, ahora lo sé. Las palabras con su poder, las imágenes y la intención lo conforman. Las personas que me persiguen cuando me lo pongo ven sus corazones, su diseño y sus palabras-yo soy mujer, yo soy poder, yo soy amor- y creen desear solo el vestido. Pero no es solo eso lo que buscan -ahora lo sé-. Todas quieren atraer también la paz, el amor, el poder y, sobre todo, lo femenino que convoca; la feminidad capaz de parar la guerra con el amor, la paz interna que siempre nos hace fuertes.

Elena García Quevedo

www.elenagarciaquevedo.es

One thought on “El poder de la palabra

  1. Hola Elena.
    Realmente me ha sobrecogido leer tu historia con el vestido.
    Justo Carola me ha pasado el enlace del blog para que suba una publicación y así lo voy a hacer. Ahora, tras leerte, entiendo mejor como me siento cuando abrazo y bailo con esta tela, cuando esta presente en mi habitación… pues aún no es vestido y ya pronto lo va a ser: un vestido de baile para un MUJER VIVA Y ARROPADA POR EL PODER FEMENINO. GRACIAS POR INSPIRARME PARA ESTAR VIVA

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